Actualmente y a pesar de los muchos Sistemas de Gestión de Calidad implantados en empresas de todos los sectores económicos, su aplicación eficiente en las PYMES sigue siendo un reto para muchas empresas de este segmento. El proyecto suele encontrar dificultades significativas en sus comienzos por los costes que requieren su desarrollo e implementación y por la incertidumbre en cuanto a las ventajas competitivas que le aportará en el corto y medio plazo.

A pesar de ello, la necesidad de cumplir ciertos requisitos procedentes fundamentalmente de los clientes, las obliga a desarrollar un Sistema de Calidad, ya sea para:

• acceder a nuevos mercados.

• satisfacer exigencias de clientes significativos.

• optimizar el rendimiento de la tecnología existente.

• aumentar el nivel de satisfacción de su parque de clientes.

• aumentar el grado de fidelidad de sus clientes estratégicos.

• aprovechar ayudas y subvenciones existentes al efecto.

• cumplir compromisos contraídos con asociaciones profesionales a las que se han adherido; Etcétera.

Así, para una PYME la organización de un Sistema de Calidad representa una fuerte inversión de tiempo y de dinero. Para que esta inversión sea viable, es preciso asegurarse de que dicho esfuerzo cristalizará en:

• Mejoras de productividad.

• Aumento de la competitividad.

• Mejor aprovechamiento de las oportunidades de mercado.

• Mayor eficacia en cuanto a la consecución de los objetivos establecidos.

• Mejora de la eficiencia interna en toda la empresa.

• Primar la prevención de errores frente a la corrección de errores ya cometidos.

• Mejora de la imagen de los productos y servicios de la empresa, y de la empresa en su conjunto; entre otros.