El diseño de tarjetas de presentación es un asunto que requiere de alguna reflexión, ya que el estilo que elijamos será lo primero que nuestros clientes potenciales adviertan y será por medio de ellas que daremos una primera impresión de nosotros mismos y de nuestro trabajo. La tarea de diseñarlas y hasta de hacerlas se ha facilitado mucho gracias a las computadoras y los programas de diseño, si bien sigue siendo necesario seguir algunas pautas generales.
No existen límites en cuanto a las formas, materiales y colores que se pueden emplear para crear una tarjeta de presentación que se única como medio de publicidad, sin embargo las más elaboradas requieren de la intervención de un diseñador profesional y suelen ser más caras de realizar.

El principio más elemental para elaborar una tarjeta es que el logotipo debe ser la base y trabajar el resto a partir de allí. Si la tarjeta es para el representante de una empresa, el logotipo ya debe existir pero si se trata de un profesional independiente, vale la pena idear alguna figura o imagen sencilla y representativa que sea fácil de recordar. El logotipo debe ocupar la parte más visible de la tarjeta, sin robar espacio a la informacion que debe contener.

El siguiente paso es elegir los datos de contacto que aparecerán en la tarjeta. Se debe procurar mantenerlo sencillo, incluyendo sólo la información esencial: nombre de la empresa y del representante, cargo y maneras de entrar en comunicación (teléfono, fax, celular, correo electrónico y redes sociales), así como la dirección.

Hay que recordar que las tarjeta suelen ser pequeñas, de 5 por 9 centímetros, aproximadamente, por lo que no se debe saturar de caracteres que resulten demasiado pequeños o confusos para leerse. La tipografía debe ser legible y, aunque es posible utilizar cualquiera, hay que procurar que no sea demasiado estilizada y que todos los números u caracteres sean reconocibles con facilidad.

La elección de los colores debería reflejar el tipo de actividad a la que se dedica la persona. Médicos, abogados y otras profesiones “serias” deberían utilizar tonos sobrios, mientras que otras actividades pueden admitir un mayor juego de colores. Por regla general, no se deberían de utilizar más de dos colores en una tarjeta.

Una vez que se tienen listas, hay que repartirlas, aunque no indiscriminadamente. Se trata de tender puentes de comunicación con clientes y proveedores, por lo que su uso debería limitarse a lo profesional.