Pensamientos que creemos inocuos como “los últimos serán los primeros” o hasta la cita bíblica “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos será el reino de los cielos” tienen más injerencia de la que crees en la relación que mantienes con tu economía. Esto debido a que al ser pronunciadas, frases como las anteriores determinan una manera de entender la abundancia y la escasez y posteriormente, los sentimientos que, derivados de ese proceso racional, dan lugar a percepciones a partir de las cuales tomamos decisiones financieras.

Este es, a grandes rasgos, el fenómeno que estudia la economía transpersonal, una disciplina surgida en la década de los 60, a raíz de las investigaciones de Abraham Maslow (autor de la pirámide de las necesidades humanas) y Carl Rogers, especialistas cuyos trabajos reivindicaron factores como las emociones, la memoria, la intuición y, en general, la percepción no racional de uno mismo, el entorno y las circunstancias.

Palabras menos, esta disciplina tiene el propósito de ayudar a las personas a encaminar sus pensamientos hacia el logro de unas finanzas personales o empresariales sanas y exitosas. Para ello, se basa en el análisis de tres factores: el modelo de correlación psico-dinámica, que tiene que examina cómo la relación entre emociones, pensamientos y acciones afecta las decisiones financieras de una persona; la conformación de estructuras mentales, que explica la existencia de pensamientos y emociones establecidos durante la infancia y que propician ciertos comportamientos económicos, y finalmente la relación del individuo con su entorno, una tercera relación que determina el cómo la observación por parte del individuo en cuestión puede modificar o incidir en el comportamiento de otras personas, es decir, cómo desde el papel de espectador en una negociación es posible obtener los mejores resultados.

Ahora bien, una vez que se ha conseguido identificar las estructuras mentales que nos predisponen a la toma de ciertas decisiones financieras, es necesario estudiarlas y reformularlas a propósito de eliminar las creencias limitantes que impiden el desarrollo y la prosperidad de tu vida profesional o negocio.

Buen ejemplo de ellas es la frase con que abre este artículo, pues al repetirse que “los últimos serán los primeros”, no se produce a nivel emotivo el sentimiento de reivindicación que normalmente se interpreta a nivel mental esta idea, y es en ese desfase que quien recurre a este dicho popular declare para sí mismo que existe una cierta dignidad en la pobreza o en el “llegar al último”. Éste es el tipo de pensamientos que la economía transpersonal es capaz de corregir para el bienestar de tu bolsillo y autoestima.